EL TEATRO, POR BELÉN GARCÍA (número 2)

ARTÍCULO DE OPINIÓN SOBRE EL TEATRO

La vida es puro teatro es una frase utilizada y basada en la canción “puro teatro” de La Lupe, de eso trata mi artículo: de Teatro, que es el género literario constituido por el conjunto de obras dramáticas concebidas para su representación en el escenario. También significa el edificio o sitio destinado a la representación de obras dramáticas o a otros espectáculos públicos propios de la escena.

El teatro ha estado presente en mi vida como espectadora y como participante de este en una obra. En el colegio jugábamos a representar situaciones de la vida diaria, como si fuéramos médicos, padres, bomberos, limpiadores, maestros…; o estuviéramos enfadados, tristes, alegres, sorprendidos… era divertido, espontáneo, cada uno expresaba lo que sabía, lo que sentía sobre lo que se representaba.

Cuando los textos eran más elaborados y había que aprenderlos, me costaba memorizarlos y modificaba alguna palabra; mis compañeros quedaban extrañados porque no sabían si era su turno de actuar o si yo seguía hablando, decían que metía muchas “morcillas”, término teatral usado para decir que cambiabas el texto, que improvisaba en mis diálogos y solía ser el maestro quien nos guiaba y reconducía la escena tal como estaba escrita.

En la universidad de magisterio, hacíamos teatro y veíamos obras de otras universidades o de compañías locales. Me acuerdo de la preparación teatralizada del poema Aceituneros, Andaluces de Jaén, de Miguel Hernández; decoramos el salón de actos, hicimos los recursos, escribimos el guion… Al final declamamos el poema, fue una actuación maravillosa para mí.

Cuando trabajo en centros educativos, se realizan actividades de teatro al que vienen compañías con obras en español; pero, sobre todo, en inglés para el conocimiento del idioma de los niños y niñas, los cuales, disfrutan con ellas. Se les inicia en el gusto por este arte, también se hacen salidas programadas a ver obras de teatro infantiles, un espectáculo para los sentidos.

El teatro es algo que ha existido desde muy antiguo. En la cultura egipcia era común, en el Imperio Medio, la presencia de actores que se disfrazaban con máscaras y relataban los mitos fundacionales de la muerte y resurrección de Osiris.

Sin embargo, fueron los griegos los primeros en cultivarlo profundamente, incluso la palabra teatro deriva del vocablo griego théatron, que traduce “sitio para contemplar”, del verbo theáomai, “mirar”, del que proviene también “teoría”. Las representaciones de la época se daban en un espacio central para la actividad cívica, y solían asistir los ciudadanos de todas las edades, como parte de su educación cívica, política y religiosa. Según explica Aristóteles en su  Poética, los griegos antiguos consideraban el teatro un lugar en el que podían purgarse las pasiones bajas del ser humano, a través de la puesta en escena de situaciones conmovedoras. Este proceso era llamado catarsis y garantizaba que salieran del teatro mejores ciudadanos de los que entraban. Inicialmente, estas representaciones eran rituales religiosos de culto a dioses específicos, como Dionisos. Posteriormente, fue desarrollándose como un género artístico, poético, diría Aristóteles. Así, los grandes dramaturgos clásicos de Grecia, Sófocles, Eurípides y Esquilo, emplearon la tragedia, y en menor medida, la comedia, como forma de interpelar su cultura y exponer los dramas culturales de la época, centrales en la construcción del imaginario de Occidente. Obras como Edipo Rey de Sófocles, La Orestíada (3 piezas) de Esquilo, Medea de Eurípides, la comedia Lisístrata de Aristófanes, se estudian y representan todavía en el presente y su influencia se puede hallar en los grandes dramaturgos de las épocas posteriores.

            En la antigua Roma se hacía el teatro latino, incluía textos, música, escenografía, indumentaria… y se representaba en latín. Al contrario que los griegos, para los romanos la función del teatro pasó de ser una forma de formación, filosofía o crítica social, a tomar importancia el entretenimiento y el espectáculo por sí mismo. La comedia era extremadamente popular, pero también se hacían tragedias y otros géneros para disfrutar otras emociones. Algunos dramaturgos romanos célebres fueron Plauto, Terencio o Séneca.

Se crearon compañías de teatro profesionales formadas por grupos de actores que hacían giras por varias provincias. Los romanos estaban más preocupados del espectáculo concreto que ofrecía la obra teatral, por eso, a veces tapaban, con frentes escénicos, bonitos paisajes detrás del escenario para que el público se pudiera centrar en el espectáculo y proveerlo de más complejidad, puesto que servía también de decorado monumental; el cual ornamentaban con escenografías pintadas de forma realista.  También se mostraban deseosos de mejorar la acústica y la visibilidad, algo patente en sus construcciones arquitectónicas dedicadas a estas artes.

El teatro fue una construcción típica del Imperio Romano, cuya finalidad era la interpretación de obras dramáticas griegas y latinas, resalto el de Mérida, Badajoz, en Extremadura, Patrimonio de la Humanidad desde 1993, que alberga la celebración del Festival Internacional de Teatro Clásico, en el que se representó, en abril de 2017,  “Marco Aurelio”, de Agustín Muñoz Sanz, versión de Miguel Murillo, dirigida por Eugenio Amaya, y fue una coproducción del Festival de Mérida y Teatrapo Producciones, y en agosto de 2020, “Cistellaira”, comedia de Plauto, dirigida por Pepe Quero y una coproducción del Festival de Mérida y GNP Producciones/Clásicos Contemporáneos, con una gran asistencia de público, todo un deleite.

            A partir del Siglo XVI el teatro comenzó a alcanzar una gran popularidad en todo el mundo, surgiendo carros ambulantes que ofrecían espectáculos teatrales y anfiteatros creados con el mismo fin. En este período surgió el teatro nacional, que intentaba mostrar valores y elementos populares realzando la importancia de lo relativo a la patria. El español ocupa un lugar importante en este tipo de teatro y en él destacan las figuras de Lope de Vega con su obra Fuente Ovejuna, Tirso de Molina con El Burlador de Sevilla y Calderón de la Barca con La vida es sueño. También en Inglaterra el teatro popular cobra gran importancia, se destaca Hamlet, obra de Shakespeare, y en Francia se destacaron autores como Corneille con su obra El Mentiroso, Racine con su Tragedia Andrómaca y Molière con El Enfermo Imaginario.

            A partir del siglo XIX, el arte escénico experimenta un enorme avance en la técnica y en la profesionalización de los actores y directores de escena; en la precisión y creatividad de las escenografías y el vestuario; avances técnicos en maquinaria, arquitectura teatral e iluminación; conciencia del teatro como vehículo de transmisión de ideas; gran desarrollo de la teoría teatral, bajo los principios de la semiótica; se concibe como un espectáculo total, aunque también hay una corriente que busca la esencia de lo teatral.

En el siglo XX se continúan, consolidan y desarrollan estos avances, se favorecen los espectáculos multitudinarios para toda la ciudadanía, hay una gran variedad de estilos, tendencias, ideologías y corrientes teatrales, al mismo tiempo que aparecen las vanguardias renovadoras tanto en la temática y dramaturgia como en los aspectos técnicos y escénicos. Las principales corrientes dramáticas de este siglo son el teatro modernista; del absurdo; el experimental e intelectual del 98 y del 27 en España; el realismo anglosajón; el político de Brecht; el antiteatro de Pirandello; el existencialista de Sartre y el ritualista de Jean Genet. Obras de Federico García Lorca como La Casa de Bernarda Alba; de Bertolt Brecht como Antígona; de Pirandello como Seis Personajes en Busca de Autor; de Sartre como Las Moscas; de Genet como Las Criadas.

En el siglo XXI se sigue buscando la innovación, la supervivencia, combinando prestigiosas representaciones, apoyadas por una sólida base publicitaria, que busca la autorreferencia y la parodia a la vez que se plantea los nuevos temas que surjan en el futuro; junto a un crecimiento de las representaciones realizadas por pequeñas compañías que permitan un acercamiento mayor entre el mundo del teatro y el público.

Las obras además de admirarse en los teatros también se miran a través de las tecnologías y medios audiovisuales ya que favorecen el poder verse en cualquier momento y lugar del mundo. Son obras más audiovisuales. Autores de este siglo son Jeremy Deller, Doris Salcedo, Teresa Margolles, Jean Luc Godard, Francys Alÿs, Harun Farocki, Hito Steyerl y Andrea Fraser.

Hablaré de la obra de Calderón de la Barca, La Vida es Sueño, donde el personaje Segismundo ejerce su libertad de perdón frente al destino despótico y cruel que quiere su padre, el rey Basilio. Reflexiona sobre la existencia, la realidad y lo onírico. Una obra que desde el primer momento ha tenido una gran popularidad y que sigue aún hoy, con una gran intensidad en los montajes, que en 2012 estuvo a cargo de Helena Pimenta. Yo recuerdo haberla visto en televisión y me impresionó.

            En conclusión, el teatro es una de las disciplinas artísticas que puede identificarse con el tiempo en el que  se vive. Las obras teatrales responden al período en el que fueron creadas y permiten conocer a fondo los aspectos sociales, culturales y políticos que rodeaban la vida de su autor.

            Espero que disfruten de este artículo de opinión tanto como yo he disfrutado escribiéndolo con la ayuda de internet, gracias por su atención.

Con respeto y amor,

Belén García.


Información/Fuente:  https://concepto.de/teatro/ y https://definicion.de/teatro/  àGrecia.

Información extraída de Wikipedia, la vanguardia.com y hoy.es. àRoma.

Información ha sido recabada de distintas páginas de internet como Wikipedia, nuevarevista.net, artesescenicas.wordpress.com. -àActualidad.

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