EL CINE DE MI VIDA 17… CUANDO LA NATURALEZA SE VUELVE CONTRA TI

Quién le iba a decir a Spielberg que contar una historia de esos seres prehistóricos que vivieron en la tierra hace millones de años, iba a convertirse en una de la más importantes obras del cine de la era moderna, llegó a ser un fenómeno mundial con una banda sonora que no tiene letra pero que emociona; con sólo escucharla, y que se puede oír por primera vez en la escena que los protagonistas ven, lo que un “viejo loco»( lo expresó de esa manera) porque está muy cuerdo, les había dicho que había  conseguido millones de años después: del ADN de un mosquito que había picado a un dinosaurio , y que hasta que no lo tienes ante tus ojos, cómo el que va a un zoo, y observa, que ha reproducido casi a la perfección el hábitat natural de varias especies de dinosaurios, incluso de los más peligrosos como es el caso del TRex,  no te lo crees. Pero es cierto que no se puede jugar con la naturaleza, que está es muy sabía y puede que se te vuelva en tu contra. Me estoy refiriendo a la no menos conocida mundialmente como: Parque Jurásico

Lo que iba a ser una visita el parque de lo más emocionante, de los protagonistas juntos con los nietos del hombre que lo creó todo, se convierte en una auténtica pesadilla, al comprobar como esas criaturas se revelan y toman el control de todo lo que les rodea, poniendo en peligro a los visitantes y teniendo que escapar de la mejor forma posible de las situaciones más escalofriantes en las que se encuentran inmersos durante su “aventura” jurásica. La tensión durante toda la película es uno de los aspectos a tener en cuenta, como el no saber por dónde va a aparecer el dinosaurio, consiguió tener pegado en la butaca de los cines a toda una generación que ahora rondamos los 40 y 50 años.

Todo empieza cuando una tormenta eléctrica bloquea las alambradas electrificadas, que rodean el recinto, las cuales están ahí para salvaguardar las vidas de los futuros visitantes al parque y que tiene lugar durante prueba de fuego del creador de todo, preparando al más mínimo detalle para enseñar su gran sueño, no sólo ante dos expertos en la materia, sino también de uno de los posibles inversores que ha de dar el visto bueno al proyecto. La tormenta sigue su curso natural y se vuelve más enfurecida y cuando se deciden a decirle a los visitantes del parque que han de abandonar el sitio en los últimos barcos que salen de la isla, ya que, por aire, dadas las condiciones metrológicas, es imposible, los dinosaurios cobran el protagonismo de la película y empiezan a comportarse como en realidad son: unos animales tratando de sobrevivir en una isla remota, en la que se sientan encerrados y en la  que han de seguir la cadena alimenticia.

. Gracias a la buena preparación en temas relacionados con los dinosaurios de los arqueólogos que son invitados a conocer la isla, pueden ponerla en práctica y salir airosos de muchas de esas escenas que ponían lo pelos como escarpias a los espectadores que tuvimos la gran oportunidad de poder verla en el cine.

Los protagonistas de la peli, se convierten en el blanco perfecto de unas criaturas que de ser el atractivo turístico del momento-si es que se les puede llamar así-se convierten en su mayor peligro.

Al final, que es feliz, son rescatados en el mismo helicóptero que los llevo allí al principio, y se puede la cara del creador de desilusión por cómo ha terminado todo, o de arrepentimiento, porque su ambición por revivir algo que debía están en el pasado, casi le cuesta la vida de sus seres queridos.

En este caso, el dicho del que el cazador es cazado, cobra mucho sentido, el dueño del parque pretendía que los dinosaurios fueran la expectación de última moda en el mundo y a cambio, lucrarse porque iba a recaudar millones de dólares, para seguir creando más, y todo se va al traste en una sola tarde.

Cuando fui al cine a verla nos tuvimos que sentar en la segunda fila, con el dolor de cuello correspondiente que te duraba al menos un par de días, pero que nos daba igual, con tal de ver la peli del momento y cuando las salas se ponían a reventar, y había un silencio, que desafortunadamente, ha desaparecido con los móviles.

IRENE CARAZO

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